Origen, evolución ideológica y su conflicto con el Estado turco
El PKK fue fundado el 27 y 28 de noviembre de 1978 como una organización marxista-leninista, cuyo objetivo era crear un Estado kurdo independiente (Pérez Gallardo, 2025; Swissinfo.ch, 2025). En 1980, con el golpe de Estado turco, también conocido como el golpe del 12 de septiembre, la organización se enfrentó a una nueva fase, en la que sus integrantes fueron encarcelados con pena capital o exiliados hacia Siria. En 1982, celebraron su primer congreso y definieron sus lineamientos ante la liberación del Kurdistán. Y en 1984, llevaron a cabo su primera insurrección armada en el sureste de Turquía, donde se concentra la mayoría de la población kurda.
Con el paso del tiempo, el PKK derivó ideológicamente hacia el confederalismo democrático[1] basado en los planteamientos de Murray Bookchin[2], el cual se orientaba a la autonomía local, igualdad de género y ecología (Fernández, 2016). Esto lo lleva a enfrentarse al Estado turco, convirtiendo su conflicto en uno de los más prolongados en la región, con múltiples intentos fallidos de negociación y períodos de intensificación de la violencia.
[1] El confederalismo democrático es conceptualizado por Abdullah Öcalan como una expresión ética, política y administrativa de la sociedad, donde coexisten en una armonía dialéctica las diferentes identidades, facciones y grupos (Martín, 2025).
[2] Murray Bookchin (1921-2006), precursor de la ecología social o ecoanarquismo, corriente filosófica y política cuyo énfasis está en el medioambiente y en la abolición de todo tipo de Estado.
I. Factores que llevaron a la disolución
La disolución del PKK se debería a una serie de factores que han mermado su estructura operativa y su capacidad de resistencia frente al Estado turco. Estos corresponderían a la presión militar sostenida, cambios geopolíticos, desgaste interno y reestructuración ideológica.
• Presión militar sostenida
Desde que Recep Tayyip Erdogan asumiese como presidente, la política de Turquía hacia el Partido de los Trabajadores del Kurdistán ha sido confrontacional y sin concesiones. A través de las operaciones militares “Escudo del Éufrates” (2016), “Rama de Olivo” (2018), “Fuente de Paz” (2019) y “Garra-Espada” (2022), Turquía ha debilitado la infraestructura del PKK en el norte de Siria e Irak (Reuters, 2022).
En estas operaciones, las fuerzas turcas han empleado drones de combate Bayraktar TB2 y Anka-S, con la finalidad de eliminar objetivos estratégicos y reducir la capacidad logística y operativa del PKK (FPA, 2012). A su vez, la cooperación con el Gobierno Regional del Kurdistán en Irak (en sus siglas KRG) permitió la identificación de posiciones y rutas de suministro del PKK, para así limitar su capacidad de suministro.
• Cambios geopolíticos
La política exterior de Turquía está marcada por el “neootomanismo” que impulsa el presidente Erdogan y con la que busca consolidar la influencia turca dentro de los territorios que pertenecían al Imperio Otomano, como es el caso de Asia Central y del Cáucaso. Además, han debilitado el apoyo internacional al PKK, mediante las alianzas con Rusia e Irán, quienes han permitido a las fuerzas turcas desarrollar operaciones transfronterizas sin una oposición significativa por parte de la guerrilla kurda.
Por su parte, la administración del presidente Biden dejó de apoyar abiertamente a las Unidades de Protección Popular (YPG)[3] en Siria, vinculadas con el PKK, lo que disminuyó el margen de maniobra del grupo en terreno. Simultáneamente, se retiraron de posiciones estratégicas en territorio sirio, lo cual incrementó la influencia turca en localidades kurdas al encontrarse sin oposición militar significativa.
[3] Las Unidades de Protección Popular o Yekineyen Parastina Gel (en sus siglas YPG) son un grupo de militantes kurdos que integran las Fuerzas Democráticas Sirias (en sus siglas FDS), quienes luchan contra ISIS y otras organizaciones terroristas en territorio sirio (Portzer, 2020).

Figura N°1 Mapa de la distribución y reclamaciones del pueblo kurdo. Nota: El Orden Mundial, 2024.
• Llamado de Abdullah Öcalan
El líder histórico y presidente del PKK, Abdullah Öcalan, encarcelado a cadena perpetua desde 1999 por traición y separatismo, ha sido un actor clave en la transformación ideológica del grupo, ya que permitió el tránsito del marxismo-leninismo y de lucha armada al confederalismo democrático y a las soluciones pacíficas de los conflictos – esto último lo promovió una vez tomado preso (Associated Press – AP , 2025). El 27 de febrero de 2025, Öcalan llamó a la disolución del grupo y al fin de la lucha armada, con la finalidad de establecer un proceso de paz y reconciliación con el Estado turco. En sus declaraciones, instó a adoptar un enfoque de autonomía democrática en lugar de un Estado kurdo independiente, lo cual se alinea con la visión de un Kurdistán integrado políticamente en el sistema turco (BBC News Mundo, 2025).
La declaración de Öcalan deja entrever un intento por evitar que la agrupación kurda colapse totalmente y que esta transite hacia una estructura política menos militarizada, ya que su lucha armada ha disminuido su valor estratégico ante el aumento de la capacidad del Estado turco y la agrupación debería continuar defendiendo sus propuestas desde otra perspectiva. Asimismo, el cese de las hostilidades facilitaría las vías para un diálogo con el gobierno de Erdogan, a pesar de los desafíos que podrían presentarse respecto a la integración de los excombatientes y la ampliación de la representación política kurda en el sistema democrático turco.
II. Impacto en Turquía y el programa de Erdogan
Si bien se ha declarado la disolución del PKK, aún no se han entregado fechas para que esto se concrete. Por tanto, en el caso de que se lleve a efecto, ésta tendría un impacto directo en la estabilidad interna de Turquía y robustecería el proyecto neootomano de Recyp Tayyip Erdogan.
Lo anterior puesto que, en primera instancia, la desaparición del PKK como amenaza armada[4] permitiría tener un mayor control de las localidades del sureste del territorio turco, por tanto, el gobierno de Erdogan podría orientar sus esfuerzos en los ámbitos económicos y social, a través de la integración de las comunidades kurdas. Igualmente, el mandatario podría capitalizar políticamente este logro, captando al electorado kurdo a través del partido gobernante, denominado Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkinma Partisi en sus siglas AKP)[5], lo que repercutiría en posicionar su imagen como el líder que llevó la paz y seguridad a una región históricamente conflictiva. Pero, por sobre todo, podría realizar las modificaciones constitucionales para repostularse en las elecciones del 2028, prolongando su mandato en Turquía (Reuters, 2024).
Respecto del impacto de este hecho en la proyección del Neootomanismo, se podría reflejar directamente en la narrativa neootomana de Erdogan, la cual se sustenta en la expansión de la influencia turca en regiones que pertenecieron al Imperio Otomano, específicamente en Irak y Siria (Riera, 2022). Por ende, sin la resistencia de las agrupaciones kurdas relacionadas al PKK en dichos territorios, permitiría a Turquía tener mayor presencia y proyección de la capacidad de su poder, especialmente en el norte de Siria y consolidar zonas de influencia que resguarden su frontera sur.
En el ámbito económico, la estabilidad en las regiones kurdas permitiría el desarrollo de proyectos de infraestructura como la extensión del ferrocarril turco hacia el norte de Irak (van Leijen, 2023) y la modernización e inversión en zonas inestables como Diyarbakir y Sirnak, hecho que expandiría la influencia económica turca dentro de la región.
[4] El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (en sus siglas PKK) es designado por Estados Unidos como una Organización Terrorista Extranjera desde 1997.
[5] El Partido de la Justicia y el Desarrollo es un partido de derecha con facciones de extrema derecha fundado por Recyp Tayyip Erdogan, Abdullah Güll y Ali Babacan el 14 de agosto de 2001, cabe señalar que los 2 primeros ostentaron el cargo de presidente de Turquía y el último, de viceprimer ministro.
En cuanto a las repercusiones regionales en que podría derivar la disolución del PKK, se estima que se afectaría el equilibrio geopolítico en Oriente Medio, dado que Turquía tendría mayor control sobre las operaciones militares en el norte de Siria e Irak, donde el YPG y el PJAK[6] operaban con apoyo internacional (Fraser, 2025) Asimismo, las milicias kurdas deberían reconfigurarse ideológica y logísticamente, independientemente de la influencia del PKK.
Por otro lado, ante la ausencia de estas agrupaciones kurdas, Turquía ampliaría su presencia en el concierto internacional y el peso de su participación en la Unión Europea y la OTAN.
[6] Partido por una Vida Libre en el Kurdistán o Partide Jiyan Azadi Kurdistan en sus siglas PJAK, es una agrupación kurda que opera en la frontera de Irán e Irak; por algunos Estados es considerado una agrupación terrorista por su vinculación con el PKK.

Figura N°2 Mapa del plan de Neootomanismo de Erdogan. Nota:El plan de Erdogan se basa en la influencia turca en regiones que pertenecieron al Imperio Otomano. (BBC News Mundo, 2023)
Conclusión
La declaración de deponer las armas y disolver el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha sido todo un acontecimiento dentro del escenario internacional, más que por la larga data del enfrentamiento con el Estado turco, representaría una redefinición de la estabilidad interna de Turquía y de la proyección de la capacidad de su poder tanto en Oriente Medio como en Europa. Anteriormente se mencionó que esta decisión de disolver la agrupación en comento se debería, en parte, a factores como el desarrollo de la capacidad militar de Turquía en los últimos años, el desgaste derivado del conflicto, los cambios en la geopolítica global y la influencia del líder Abdullah Öcalan, quien llamó al cese de hostilidades y al fin del movimiento como grupo armado.
La intención de disolver al PKK es un punto de inflexión en la geopolítica de Oriente Medio, ya que el plan de Neootomanismo del presidente turco Recyp Tayyin Erdogan, fortalecería su narrativa y consolidaría el poder de Turquía en zonas de influencia histórica, especialmente en Siria e Irak, donde el vacío de poder que dejaría el PKK permitiría a Turquía consolidar su control militar y político, a raíz de una supuesta disminución de la violencia por parte de los kurdos. No se puede dejar de lado el posible recelo que podría generar en Rusia e Irán la expansión estratégica de Erdogan en la región, lo que podría desequilibrar la balanza de poder entre las potencias presentes en la región, a través de su participación indirecta en los distintos conflictos que se están suscitando.
Asimismo, el éxito de lo anterior a largo plazo dependería principalmente de la capacidad del gobierno turco para integrar a los excombatientes del PKK y sus filiales (por ejemplo, implementar programas de reconciliación y desarrollo que fortalezcan el entramado social y económico, consolidando el control estatal, entre otros), además de garantizar los derechos políticos y culturales de la población kurda, especialmente en el sudeste de Turquía, más hoy cuando el electorado kurdo podría permitir que Erdogan haga las reformas constitucionales que le permitiesen ir a la reelección en 2028 y continuar con la implementación de su plan de Neootomanismo.