Y la geopolítica de los minerales estratégicos en el Sahel
El presente Informe de Observatorio aborda el despliegue del “Africa Corps”[1] en el Sahel. Este fenómeno debe considerarse dentro de la ecuación de la crisis de seguridad regional, de la erosión de la influencia occidental y de la competencia global por minerales que podrían catalogarse como estratégicos. Con la retirada paulatina de las fuerzas militares francesas y de otras potencias europeas de Malí,
Burkina Faso y Níger, la región pasó de un esquema de seguridad dominado por Francia a un escenario “multialineado”, en el que Rusia, China y la Unión Europea compiten por influencia política, militar y económica.
Simultáneamente, el Sahel se ha consolidado como una región de recursos críticos para la transición energética y la transformación digital: uranio en Níger; reservas de oro en Malí y Burkina Faso; yacimientos de litio, manganeso, fosfatos, bauxita, hierro y tierras raras en varios países de la franja saheliana (IEEE, 2025). Esta combinación de Estado fallido, conflictos armados y riqueza mineral se ha convertido en objeto de estudio de la geopolítica, dado que el “Africa Corps” opera como un brazo coercitivo de la estrategia rusa. Por otro lado, los minerales estratégicos configuran las alianzas desde una perspectiva económica.
[1] Anteriormente se llamaba Grupo Wagner. En junio de 2023, su líder, Yevgeny Prigozhin, encabezó un motín efímero contra el Ministerio de Defensa ruso, avanzando hacia Moscú antes de retirarse. Dos meses después, el 23 de agosto de 2023, Prigozhin murió en un accidente aéreo. Tras el motín, el grupo se reestructuró e integró parcialmente en el aparato militar ruso, perdiendo cierta autonomía, aunque conservó su capacidad operativa. Pavel Prigozhin (hijo de Yevgeny) asumió el control de lo que quedó del grupo, mientras que la rama centrada en África pasó a denominarse “Africa Corps” a mediados de 2023, convirtiéndose en una extensión más directa del Ministerio de Defensa ruso.
Reconfiguración del orden de seguridad en el Sahel
Con la retirada de Francia de sus posiciones militares en el Sahel[2] se marca un punto de inflexión en las relaciones de seguridad entre Europa y África Occidental. Las juntas militares surgidas tras los golpes en Malí, Burkina Faso y Níger expulsaron a las fuerzas francesas, se distanciaron de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y, el 16 de septiembre de 2023, firmaron la Carta de Liptako-Gourma[3] para crear la “Alianza de Estados del Sahel”[4] (AES) como una alternativa de seguridad subregional (Chamorro, 2024).
En este contexto de vacío de poder relativo y de presencia occidental, Rusia se posiciona como proveedor de seguridad y armamento. En muchos países ha ofrecido servicios de seguridad, asistencia paramilitar, y ha entrenado a contingentes para conformar una fuerza conjunta de cinco mil efectivos contra grupos yihadistas (Rampe, 2023). La entrada de Wagner en Malí en 2021 se produjo en el momento de mayor desgaste político y operativo de la presencia francesa.
[2] Fin de la Operación Barkhane en Malí (15AGO2022) y de Burkina Faso (19FEB2023) y Níger (fines de 2023).
[3] La Carta de Liptako-Gourma es el documento fundacional de la AES, pacto de defensa colectiva y asistencia mutua firmado por Burkina Faso, Malí y Níger, con la finalidad de abordar las amenazas a la soberanía e integridad territorial, incluyendo terrorismo y rebeliones armadas (OGEL, 2023)
[4] La Alianza de Estados del Sahel está compuesta por Burkina Faso, Malí y Níger, y su objetivo es garantizar la seguridad de sus miembros ante amenazas internas y externas. Al igual que la OTAN, esta alianza considera que el ataque a uno de sus miembros se considera un ataque a todos (Chamorro, 2024).
Figura N°1: Mapa de la región del Sahel Nota: (Merino, 2023)
“Africa Corps” como instrumento de poder ruso en África
El “Africa Corps” ruso ha estado presente en África desde 2018 (antes, como Grupo Wagner), cuando fue invitado por el Gobierno de la República Centroafricana (RCA) para brindar apoyo al presidente Faustin-Archange Touadéra y a la recuperación de las zonas controladas por grupos armados. Posteriormente, inició sus operaciones en Sudán, Libia, Mozambique, Malí y Níger. Su modelo de negocio combina el apoyo militar directo a gobiernos débiles, la prestación de servicios de protección a las élites y la participación en operaciones ofensivas a cambio de concesiones mineras, contratos de seguridad y otras rentas (IEEE, 2025; Rampe, 2023; Saini Fasanotti, 2022).
Tras la muerte de Yevgueni Prigozhin en 2023, el presidente Putin impulsó la integración gradual de los activos de Wagner en una nueva estructura, el “Africa Corps”, dependiente del Ministerio de Defensa ruso (Inwood & Tacchi, 2024; Rampe, 2023). En Malí, la transición se hizo explícita en junio de 2025, cuando Wagner anunció oficialmente su salida y fue reemplazado por el “Africa Corps”, que mantuvo alrededor de 1.500 efectivos, muchos de ellos exmercenarios de Wagner, con nuevo equipamiento ruso. En Burkina Faso, unidades del “Africa Corps” comenzaron a desplegarse en enero de 2024 para proteger al régimen de Ibrahim Traoré (Inwood & Tacchi, 2024; Naranjo, 2023).
El “Africa Corps” cumple funciones que sobrepasan lo que podría considerarse una “subcontratación” de fuerza[5]:
[5] (IEEE, 2025; Encina, 2024; Petrini, 2022).
- Instrumento de guerra híbrida: este grupo le permite a Rusia proyectar su poder sin asumir formalmente los costos políticos y militares de un despliegue “regular”, manteniendo una zona gris entre lo público y lo privado. Esto se ve potenciado por la cualidad de este tipo de grupos de no tener obligación de cumplir con el Derecho Internacional de los Conflictos Armados (DICA).
- Capacidad operacional de bajo costo: este tipo de organización le permite a Rusia tener presencia en distintos teatros operacionales alejados sin estructuras logísticas comparables a las estatales.
- Vector de influencia estratégica: los instructores y asesores de “Africa Corps” condicionan las doctrinas, las cadenas de mando y la toma de decisiones operativas de los grupos locales, generando una dependencia táctica y estratégica.
Economía política de la seguridad: mercenarios y recursos naturales
El modelo de negocio de la empresa militar privada (PMC, por sus siglas en inglés) de Prigozhin consiste en proporcionar servicios de seguridad a cambio de acceso privilegiado a recursos minerales estratégicos y contratos. En la RCA, los servicios de protección prestados al presidente Faustin-Archange Touadéra, por ejemplo, han ido acompañados del otorgamiento de concesiones para desarrollar proyectos mineros, como la mina de mayor producción de oro en el país, así como de diamantes y madera, con estructuras de empresas ficticias vinculadas a la red de Prigozhin. Si bien la RCA no forma parte de la región saheliana, establece un patrón que se ha replicado en el continente: el pago no siempre es monetario, sino que equivale al acceso a recursos catalogados como estratégicos o críticos que luego se transan en mercados internacionales, presumiblemente de manera ilícita (IEEE, 2025; Rampe, 2023).
La transición de Wagner al “Africa Corps” no eliminó este modus operandi; más bien, lo institucionalizó, ya que es uno de los varios instrumentos que conforman la política exterior de Rusia. Respecto a las formas de pago de sus servicios, continúa con su esquema de pago en especie mediante concesiones mineras. Desde una mirada internacionalista, se podría señalar que combinan la conceptualización clásica de la dependencia (deuda de seguridad, entrega de recursos) con un discurso anti neocolonial dirigido contra Francia y la Unión Europea.
Geopolítica de los minerales estratégicos del Sahel
El Sahel Occidental (Malí, Burkina Faso, Níger) cuenta con un amplio espectro de yacimientos minerales clave para la economía y la industria militar: oro, uranio, litio, manganeso, hierro, fosfatos, bauxita y tierras raras (Baskaran, 2025). Por ejemplo, Níger se ha caracterizado históricamente como proveedor de uranio para la industria nuclear francesa. Por su parte, Malí y Burkina Faso son los mayores productores de oro del continente africano, y varios países de la región saheliana disponen de grandes yacimientos de litio y de tierras raras empleados en baterías y tecnologías de alta precisión (Baskaran, 2025).
Asimismo, los golpes de Estado y la militarización de la política han puesto bajo el control directo de las juntas la administración de los recursos naturales, con un bajo grado de transparencia y probidad, lo que lleva a una alta posibilidad de reemplazar el modelo de las compañías occidentales (Francia, por ejemplo) por otros sin estructura interna de captura de rentas como los de Rusia, China o Emiratos Árabes Unidos.
Competencia de potencias: Occidente, Rusia y China
Mientras Rusia ha ido ganando terreno a través del “Africa Corps” y de acuerdos de defensa, Francia ha visto mermada su influencia y presencia militar en África Occidental y Central entre 2022 y 2025. No obstante, mantiene desplegados contingentes reducidos en Gabón y Yibuti. Esto ha debilitado el esquema “Francafrique” y ha obligado tanto a Francia como a Bélgica a redefinir su papel en materia de cooperación civil, de presión normativa y de apoyo indirecto a los actores regionales.
La Unión Europea considera al Sahel como un “espacio multialineado”, lo que significa que un régimen puede recibir apoyo militar de Rusia, inversiones chinas, la compra de oro por parte de los Emiratos Árabes Unidos y proyectos de asistencia de la Unión Europea (Klyszcz & Marangio, 2025). Entre 2020 y 2024, las exportaciones de oro de Burkina Faso y Níger a Emiratos Árabes Unidos habrían crecido más de 100%, consolidando a Dubái como un hub principal de dicho mineral procedente del Sahel y con trazabilidad limitada (OEC, 2025).
China, por su parte, no ha tenido una presencia tan visible en lo militar, pero es un actor relevante en el financiamiento de infraestructuras y en la cadena global de minerales críticos, ya que aprovecha la baja exploración de yacimientos africanos y la necesidad de ingresos de gobiernos sancionados o aislados diplomáticamente. La combinación del capital chino y de los instrumentos coercitivos rusos ha creado un ecosistema en el que los recursos del Sahel se han integrado en las cadenas globales sin generar desarrollo económico ni ingresos fiscales.
Por otro lado, la expansión del “Africa Corps” y la extracción de minerales estratégicos y críticos por redes alineadas con Rusia y China plantean principalmente dos desafíos. Un riesgo estratégico para la seguridad del suministro de minerales como el uranio, el litio y las tierras raras destinados a las industrias tecnológicas y militares. Y un aumento del espacio de la influencia de Rusia en el continente africano, ya que este es un corredor entre el Atlántico, el Mediterráneo y el Mar Rojo, lo que tendría implicancias en las rutas marítimas y las bases aéreas.
Conclusión
Desde la llegada del Grupo Wagner (hoy, “Africa Corps”) al continente africano, este se ha convertido en un instrumento visible de la proyección del poder ruso en el Sahel. Su presencia ha coincidido con la retirada del contingente francés y el repliegue paulatino de Occidente, lo que ha dejado a las juntas de Malí, Burkina Faso y Níger a merced de su apoyo militar y de su legitimidad simbólica. Asimismo, se ha demostrado que la presencia de esta PMC no ha mejorado la seguridad estructural: la violencia yihadista y las crisis humanitarias han aumentado, y se han consolidado regímenes autoritarios con fuertes incentivos para priorizar la supervivencia de su gobierno por encima de la estabilización a largo plazo del país.
La geopolítica de los minerales estratégicos otorga al Sahel un peso regional desproporcionado frente a la debilidad económica de cada país. Minerales como el uranio, el litio y las tierras raras han convertido a estos países en piezas claves de la cadena de suministros para la industria tecnológica y militar. Sin embargo, la carencia de instituciones sólidas genera el riesgo de que la presencia de dicha riqueza contribuya al establecimiento de la “seguridad por recursos”, es decir, de PMC y de actores internacionales que ofrezcan protección y armamento a cambio de concesiones mineras y rutas de exportación dudosas (Baskaran, 2025).
Finalmente, es relevante apreciar de qué forma las PMC han constituido durante los últimos años, una herramienta de guerra híbrida que permite a diversos Estados poder generar efectos estratégicos, empleándose bajo el umbral del conflicto armado y sin la necesidad de reconocer una participación oficial que los obligue a responder por situaciones que se encuentren fuera del DICA.