Centro de Estudios de la Academia de Guerra

El proceso de paz y últimos acontecimientos

En el contexto de esta guerra, que se aproxima a cumplir cuatro años, se han esbozado diversos esfuerzos por alcanzar la paz, siendo infructuosos la mayoría de ellos. No obstante, se han mantenido diversas conversaciones que han involucrado a los distintos actores directos e indirectos del conflicto. El presente informe revisa los últimos acontecimientos que han buscado poner fin a la guerra que se libra en el suelo europeo.

El 20 de noviembre recién pasado, EE.UU. presentó de manera formal un “plan de paz” para finalizar la guerra ruso-ucraniana, siendo su contenido materia de controversia, particularmente porque se le ha considerado como muy favorable a Rusia, dado que exige a Ucrania importantes concesiones territoriales y la limitación del tamaño de sus futuras fuerzas armadas, entre otros asuntos. A pesar de esto, dicho plan constituirá en adelante la base de trabajo para las diferentes reuniones bilaterales que incluyan a Ucrania y Rusia (El Grand Continent, 2025).

Luego de la propuesta de Washington, se llevaron a cabo dos jornadas de reuniones en la ciudad de Ginebra, Suiza, los días 23 y 24 de noviembre, donde se buscó incorporar la postura de Ucrania a la propuesta estadounidense – contenida en el documento de 28 puntos – y así negociar lo que fuese posible alcanzar. En dicha instancia participaron representantes de EE.UU., así como de Ucrania y de países de la Unión Europea (UE), entre otros, Francia, Alemania y el Reino Unido. Luego de las conversaciones, Zelenski acepta preliminarmente el documento presentado por Washington y perfeccionado entre las partes estadounidense y ucraniana, reduciendo su articulado de 28 a 19 puntos (ABC, 2025) y (ABC, 2025).

A pesar de los ajustes, el plan sigue avalando muchas de las exigencias de Moscú y no considera el parecer de los principales líderes de Europa, asunto que Zelenski advirtió desde el principio. Las concesiones territoriales a Rusia, particularmente del Donbás y de Crimea, así como la no adhesión de Ucrania a la OTAN son los términos que generan mayor escepticismo entre los aliados europeos y ucranianos (Infobae, 2025).

Figura N°1 Jornada de reuniones en Ginebra, para discutir la propuesta de Washington para la paz en Ucrania Nota: Euronews (2025).

Pudiendo verse cierto grado de aceptación de las condiciones planteadas, las posiciones de los actores que negocian siguen siendo muy distantes entre sí. La continuación de la ofensiva en Ucrania y los presuntos ataques rusos con drones en otras zonas de Europa han llevado a la OTAN a amenazar con realizar ataques preventivos contra territorio ruso. Consecuentemente, el Kremlin respondió que, si Europa busca una guerra, están preparados para ello, afirmando que dicho conflicto sería muy distinto a la operación especial lanzada sobre Ucrania, lo que sugiere la disposición a una guerra mucho más amplia y destructiva, una guerra total que eventualmente incluya el uso de armas nucleares (El Grand Continent, 2025).

Existen elementos adicionales que configuran el ambiente de negociación. Por una parte, algunos escándalos de corrupción que afectan al círculo cercano de Zelenski – como aquel que forzó la salida del jefe de la oficina de gobierno, Andrey Yermak – han erosionado la confianza de la opinión pública europea en las autoridades de Kiev. Por otra, existe una paradoja con aquellos países que reclaman no estar siendo escuchados apropiadamente en la gestión de la paz, porque son quienes han mantenido la mayor presión para evitar que Rusia gane la guerra. 

Se estima que dos puntos de inflexión referidos a Ucrania podrían cambiar el statu quo en el que se encuentra el conflicto. El primero, que el gobierno ucraniano, impelido por un conflicto interno, elija nuevas autoridades que se desmarquen de la posición belicista europea. El segundo es que EE.UU. suprima su ayuda en todos los ámbitos, privando a Ucrania de los medios para continuar con cualquier esfuerzo bélico, llevándola a una dinámica de rendición o capitulación.

Continuando con la secuencia de las últimas negociaciones, el domingo 30 de noviembre de 2025, se iniciaron las conversaciones bilaterales en la ciudad de Hallandale Beach (Florida, EE.UU.) entre la delegación estadounidense, encabezada por el secretario de Estado, Marco Rubio, quien actúa como enviado especial del presidente Trump para el plan de paz y la delegación ucraniana. Posteriormente, hubo dos reuniones adicionales. En estas conversaciones se discutió el plan de paz propuesto por EE.UU. y trabajado en Ginebra. Las partes calificaron estas negociaciones bilaterales como productivas pero difíciles, habiéndose llegado a un nuevo “marco de acuerdo” para el logro de la paz, aunque no definitivo (La Nación, 2025).

El secretario de Estado, Marco Rubio, que presidió la reunión, señaló que existe, con la parte rusa, la visión compartida de que no se trata solo de terminar la guerra, asunto de suyo importante, sino también de asegurar un futuro para Ucrania y establecer las condiciones que le permitan prosperar, después del conflicto (Vivir Ediciones, 2025).

Sin embargo, la situación se ha complicado en la medida en que el régimen de Zelenski dejó de ser un interlocutor válido para Rusia y EE.UU., principalmente por no haber convocado elecciones, por la descomposición interna de su régimen y por la caída de sus líneas en el frente principal de la guerra, en el Donbás.

El martes 2 de diciembre, el enviado especial estadounidense Steve Witkoff y el yerno del presidente Donald Trump, Jared Kushner, ambos participantes de las conversaciones en Hallandale Beach, se reunieron con el presidente ruso Vladimir Putin con el propósito de mantener vivo el plan de Trump para Ucrania (DW, 2025). Por las características del anfitrión, esta reunión fue muy reservada. Durante cinco horas, la parte estadounidense pudo presentar su propuesta en diversos documentos, entre los que se cuenta un plan sobre el cual las delegaciones no pudieron llegar a un compromiso y el Kremlin no entregó detalles sobre su contenido específico, lo que no significa que lo haya rechazado, como trascendió en la prensa (The New York Times, 2025).  Los principales escollos para el avance de las conversaciones siguen siendo las diferencias sustanciales respecto de la situación territorial ucraniana y, además, como indicó Putin, y lo ha hecho también presente Trump, el permanente bloqueo al proceso de paz por parte de Europa.

Figura N°2 Reunión en el Kremlin entre el enviado especial estadounidense Steve Witkoff y Jared Kushner, con el presidente Putin y su asesor de política exterior Yuri Ushakov, el 02 de diciembre de 2025. Nota: DW (2025).

Aunque el Plan de 19 puntos no se ha hecho público en su totalidad, se conocen sus temas clave, respecto a los cuales Rusia aceptó algunas propuestas y rechazó otras tantas (Reuters, 2025).

Entre los temas planteados en la agenda se encuentran, entre otros, los siguientes: el conflicto territorial de Ucrania, en el que Rusia insiste en la retirada incondicional de las fuerzas ucranianas de las regiones del Donbás (Donetsk y Lugansk) que Moscú reclama. También se incluyen las garantías para la seguridad de Ucrania, en las que se propone el involucramiento de ambas partes en conflicto, aunque aún no se han dado detalles sobre su implementación. Están presentes igualmente los asuntos referidos a la neutralidad de Ucrania respecto a la OTAN, así como al establecimiento de un “alto el fuego” de carácter total y permanente (Euronews, 2025).

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que hubo un interesante intercambio de opiniones y que Rusia está dispuesta a seguir reuniéndose y a mostrar “flexibilidad” en un plan que, por ahora, sigue siendo objeto de estudio, perfeccionamiento, negociaciones y confrontación con la contrapropuesta de Europa (ABC, 2025).

Conclusión

El proceso negociador examinado confirma que el conflicto ruso-ucraniano ha dejado de ser exclusivamente una disputa territorial para transformarse en un escenario crítico de redefinición del orden internacional. La superposición de iniciativas de paz, impulsadas principalmente por Estados Unidos y tensionadas por Europa y Rusia, revela no solo la complejidad del conflicto, sino también la ausencia de una visión compartida respecto del significado mismo de la paz, sus costos políticos y su proyección estratégica en el tiempo.

En términos prospectivos, emergen dos trayectorias dominantes. La primera es una paz negociada bajo asimetría, sustentada en concesiones territoriales y compromisos de seguridad ambiguos, capaz de reducir la intensidad del conflicto, pero con alto riesgo de cristalizar un equilibrio precario. La segunda es la continuidad de una guerra de desgaste ampliada, con mayor involucramiento europeo y una retórica disuasiva que normaliza la amenaza de escalamiento mayor como instrumento político.

Por otra parte, el elemento más inquietante no es únicamente el desenlace del conflicto, sino el precedente normativo que podría consolidarse. Si la estabilidad se alcanza aceptando modificaciones territoriales impuestas por la fuerza, se corre el riesgo de convertirse en una norma flexible, subordinada a la correlación de poder. En ese escenario, la paz dejaría de ser una garantía jurídica y pasaría a ser un arreglo transitorio, dependiente de la capacidad coercitiva de los actores dominantes, reconfigurando profundamente la lógica de gestión de los conflictos futuros.

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