Centro de Estudios de la Academia de Guerra

En los últimos meses se han generado declaraciones multidireccionales acerca del valor estratégico de Groenlandia, ya que, como veremos, el asunto es de gran trascendencia.

Cuando se habla de esa isla, la mayoría piensa en Dinamarca y afirma que Groenlandia es su territorio. Sin embargo, existen miradas que difieren. Esta isla es la más grande del mundo, situada en el Océano Atlántico Norte, con una superficie tres veces mayor que la del Estado de Texas y una población estimada en 57.000 habitantes. Aunque sigue formando parte del Reino de Dinamarca, el gobierno autónomo de Groenlandia es responsable de la mayoría de sus asuntos internos  (Britannica, 2025).

Desde 1985, Groenlandia no pertenece a la Unión Europea (aunque Dinamarca sí) y en 2009 se convirtió en un «país constituyente».

Figura 1 Mapa Ubicación Geográfica de Groenlandia

En el sitio web de la isla se afirma que «Groenlandia tiene derecho a declarar su independencia. En su Ley de Autogobierno, promulgada por Dinamarca y Groenlandia en 2009, se reconoce a los groenlandeses como un pueblo o nación con derecho a la autodeterminación, incluyendo el de la independencia. Si bien se reconoce que la mayoría de sus ciudadanos están a favor de la independencia, existen muchas opiniones y estrategias diferentes sobre cómo alcanzar este estatus» (Gobierno de Groenlandia, 2025).

Hechos recientes

El 3 de octubre de 2024, China anunció que en septiembre había iniciado patrullajes conjuntos con Rusia en el Mar Ártico. Se trataba del primer esfuerzo conjunto de la Guardia Costera China con sus vecinos del norte en la región ártica (CNN, 2024).

Estados Unidos, sin embargo, ya había establecido una política formal en la región ártica por primera vez en 1971, después de más de veinte años de intensa actividad en la zona, como la Base Aérea Thule (actualmente conocida como Base Aérea Pituffik), el Sistema de Alerta Temprana de Misiles Balísticos y las bases de avanzada para el Mando Aéreo Estratégico. Esto incluía el Camp Century de propulsión atómica en Groenlandia, que hacía de pantalla del Proyecto

Iceworm, una red secreta de misiles móviles bajo el hielo. Pero con el tiempo, la potencia norteamericana se ha quedado muy atrás en esa parte del mundo. En este intertanto, China concretó sus ambiciones árticas, como la construcción y operación de múltiples rompehielos y el establecimiento de una nueva base naval. Así, en una declaración de su política ártica en 2018 (Consejo de Estado de China, 2018), Pekín expresó que «geográficamente, China es un “Estado cercano al Ártico”, uno de los Estados continentales más cercanos al Círculo Polar Ártico», algo que también podrían decir muchos países del hemisferio norte, pero China lo ha materializado. Por otra parte, el gigante asiático está trazando actualmente rutas marítimas alternativas a las convencionales y ha utilizado la nueva ruta a través del Mar Ártico como una ruta comercial distinta entre los océanos Pacífico y Atlántico.

Figura 2 Buques en la Ruta del Mar del Norte en octubre de 2023 | Nota: Rosatomflot.

Tratando de paliar en parte dicha situación, durante la administración Biden, Estados Unidos ha respondido con la actualización de políticas y estrategias, pero dichas actualizaciones, sin el respaldo de acciones como la construcción de rompehielos, bases, tránsito y presencia, no sirven de mucho.

Según Mercy Kuo, consultora de riesgos, «el Partido Comunista Chino (PCCh) enmarcó la entrada de China en la región como algo mutuamente beneficioso para los estados árticos litorales, destacando posibles iniciativas comerciales e investigación científica (aparentemente de doble uso). Los funcionarios chinos codificaron este concepto en 2018 como la “Ruta de la Seda del Hielo” o “Ruta de la Seda Polar” (RSP), que forma parte de su “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, que abarca todo el mundo» (The Diplomat, 2023).

Figura 3 Instalaciones dentro del círculo polar ártico | Nota: Dailymail.co.uk

Uno de los motivos que han suscitado el interés de Trump en Groenlandia son justamente las operaciones de influencia china en ese país del ártico. Dada esta alarmante realidad para Estados Unidos, su actual Presidente ha expresado en varias ocasiones, incluso antes de asumir el cargo, su deseo de «adquirir» Groenlandia. Así, el domingo 22 de diciembre de 2024, en un anuncio en el que nombró a su embajador en Dinamarca, volvió a tratar el tema. Ese día, Trump escribió en su cuenta de Truth Social que, «a efectos de la seguridad nacional y la libertad en todo el mundo, Estados Unidos considera que la propiedad y el control de Groenlandia son una necesidad absoluta» (The Associated Press, 2024). Ante esto, el Primer Ministro de la isla, Múte Egede, replicó: «Groenlandia es nuestra. No estamos en venta y nunca lo estaremos. No debemos perder nuestra larga lucha por la libertad (de Dinamarca)» (Reuters, 2024). Todos los actores políticos de Dinamarca se unieron para rechazar también la idea.

Sin embargo, Trump no dejó de insistir en el asunto. El 7 de enero, cuando su hijo, Donald Jr., estaba en Groenlandia durante unas horas, y a pocos días de asumir el cargo, el presidente electo dijo que no descartaba el uso de la fuerza militar para tomar el control del Canal de Panamá y de Groenlandia, ya que, según él, el control estadounidense de ambos es vital para la seguridad nacional (The Associated Press, 2025). Con esto, Trump insinuaba, de una forma muy evidente, que podría verse forzado a obligar a Dinamarca a permitir que Estados Unidos tome posesión de la isla autónoma (Fox News, 2025).

El lunes 20 de enero, tras entrar en la Casa Blanca, Donald Trump volvió a hacer declaraciones sobre la isla. «Groenlandia es un lugar maravilloso, y es necesario para la seguridad internacional (…). Estoy seguro de que Dinamarca se sumará (…). Les está costando mucho dinero mantenerla». Pero al día siguiente, el Ministro de Relaciones Exteriores de Dinamarca, Lars Lokke Rasmussen, dijo que «no podemos tener un orden mundial en el que los países, si son lo suficientemente grandes, puedan servirse de lo que quieran sin importar cómo se llamen». La Primera Ministra danesa, Mette Frederiksen, también hizo hincapié en el derecho del pueblo groenlandés a la autodeterminación (Press TV, 2025).

A mediados de febrero, los aliados europeos se preparaban para hacer una pregunta que temían tener que hacer: ¿pueden realmente contar con Estados Unidos? Los funcionarios europeos iban a tener su primer encuentro cara a cara con la nueva administración Trump el viernes 14 en la Conferencia de Seguridad de Múnich, un encuentro anual de líderes de defensa (Politico, 2025). Fue esa semana en que las alarmas europeas sobre el Estados Unidos de Donald Trump empezaron a hacerse realidad. Con cada declaración estadounidense, los europeos parecían confirmar el temor de que los americanos los abandonarían (Politico, 2025). Así, en una reunión celebrada en Arabia Saudita, el 18 de febrero, Rusia y Estados Unidos, junto con dejar a Europa y Ucrania fuera, debatieron una posible cooperación en proyectos energéticos en el Ártico (Politico, 2025).

El próximo paso importante en relación con Groenlandia serán las elecciones generales del 11 de marzo, en las que se reorganizará el Parlamento de la isla, en un momento en el que las relaciones con Dinamarca, Europa y Estados Unidos se encuentran en una coyuntura crítica (Eurasia Review, 2025).

Importancia

El renovado interés del Presidente Trump en adquirir Groenlandia se debe a su valorización geoestratégica y a sus abundantes recursos naturales. La ubicación de Groenlandia en el Ártico es fundamental para la seguridad nacional, ya que alberga la Base Espacial Pituffik – parte del sistema de alerta temprana de misiles de Estados Unidos. Además, sus vastas reservas de minerales, que incluye elementos de tierras raras, muy necesarios para la producción de tecnología moderna de baterías y microchips, presentan importantes oportunidades económicas. Trump considera que la adquisición de Groenlandia es esencial para contrarrestar a rivales geopolíticos como Rusia y China, que aumentan su presencia en la región ártica (Army Recognition, 2025). Según Geoff Dabelko, profesor de Seguridad y Medio Ambiente de la Universidad de Ohio, «Groenlandia es donde se cruzan el cambio climático, la escasez de recursos, la tensa situación geopolítica y los nuevos patrones comerciales» (The Associated Press, 2025).

Figura 4 Rutas Marítimas 

Nota: La distancia desde un puerto del noroeste de Europa hasta el Lejano Oriente a lo largo de la Ruta Marítima del Noreste es casi un 40 % más corta que la ruta tradicional a través del Canal de Suez. Otras rutas marítimas son cada vez más accesibles durante más tiempo al año. www.dailymail.co.uk

Ideas claves

Se puede comenzar a ver cómo se articula la Doctrina Trump para su segundo mandato, con «Estados Unidos Primero». Para comenzar, se da prioridad a los ciudadanos estadounidenses. En segundo lugar, y con el mismo grado de importancia, se busca establecer una frontera segura, un comercio justo (que los demás no se aprovechen del sistema estadounidense, haciendo que tenga un desequilibrio comercial enorme), la disuasión de las actividades que se perciben como contrarias al interés estadounidense por parte de China y la no participación en guerras interminables. Poner a Estados Unidos en primer lugar también significa ocuparse de lo que sucede en su entorno más inmediato, lo que se vería reflejado en recobrar el comercio y la interacción en todo el continente americano, también llamado Hemisferio Occidental. Así, en estas pocas semanas, el Presidente Trump ha prestado especial atención a tres países: Panamá, Canadá y Groenlandia (país constituyente del Reino de Dinamarca), todos ellos cercanos geográficamente a Estados Unidos. James Carafano, de la Heritage Foundation, ha hablado de una «Doctrina Monroel actualizada», durante el segundo mandato de Trump. En la práctica, se trataría de una nueva Doctrina Monroe que comprendería asociaciones entre Estados Unidos y naciones afines de la región que compartan objetivos comunes, como mitigar la influencia de Rusia, China e Irán, y frenar la migración irregular. Estos objetivos también rechazarían la agenda del Foro de Sao Paulo y fomentarían los valores tradicionales con respecto a la vida, la familia, el género, la religión y las cuestiones culturales» (Geopolitical Intelligence Services AG, 2024).

Otros también han teorizado sobre una nueva doctrina Monroe. Así Elizabeth Buchanan (miembro no residente del Modern War Institute de West Point y miembro senior del Australian Strategic Policy Institute): Trump Has the Chance to Make a New Monroe Doctrine, en www.theamericanconservative.com

A largo plazo, los efectos de lo dicho anteriormente podrían cambiar el orden mundial actual y las soberanías nacionales igualitarias (por ejemplo, que Estados Unidos sea jurídicamente igual a Haití), una idea que proviene de los Tratados de Westfalia[1]. Esto estaría derrumbándose hacia un «mundo de esferas de influencia regionales» (Hemisferio Occidental, Europa Occidental, Asia Oriental, etc.). Una estructura internacional basada en lo anterior plantea cuestiones existenciales para Japón y Corea del Sur, como mínimo, y para Taiwán y Ucrania. Y para la economía mundial, las consecuencias serán, en palabras de los economistas, «subóptimas». Sin embargo, eso podría convenir a Trump. Según David Lubin, de la Chatham House, a Trump podría no importarle que una economía mundial organizada en esferas de influencia regionales esté peor que de otra manera, siempre y cuando el Hemisferio Occidental esté mejor que el resto y Estados Unidos sea la fuerza dominante (Chatham House, 2025).

Figura 5 Varios países se disputan el control del O. Ártico
Nota www.reuters.com

Concretamente, el problema entre Estados Unidos y Groenlandia se debe a que Estados Unidos necesita robustecer su espacio vital de seguridad, así como más masa terrestre para la extracción de minerales de tierras raras, energía y establecer bases militares, y Trump ha expresado su firme deseo de comprarla. La historia muestra que los imperios adquieren territorios de diversas maneras. Las dinastías se unen a través de matrimonios, como hicieron los Habsburgo. Los territorios se conquistan por medio de las armas o se roban mediante contratos y compromisos falsos. También pueden comprarse. Estados Unidos se hizo en gran parte mediante la compra de vastas propiedades, como Luisiana y Alaska (Scoop, 2024).

El Sistema Westfaliano: se trata del «término utilizado en las relaciones internacionales, que supuestamente surge de los Tratados de Westfalia de 1648, que pusieron fin a la Guerra de los Treinta Años. En general, se entiende que significa un sistema de estados o sociedad internacional que comprende entidades estatales soberanas que poseen el monopolio de la fuerza dentro de sus territorios mutuamente reconocidos. Las relaciones entre los estados se llevan a cabo mediante lazos diplomáticos formales entre los jefes de estado y los gobiernos, y el derecho internacional consiste en tratados hechos (y rotos) por esas entidades soberanas». VER: Richard Coggins, A Concise Oxford Dictionary of Politics and International Relations (4 ed.), Garrett Brown, et al., Ed., 2018.

Sin embargo, Sumit Ganguly, de la Hoover Institution de la Universidad de Stanford, publicando en India, advierte de que hay grandes riesgos potenciales para la política mundial en la actitud de Trump de exigir que le vendan Groenlandia. ¿Podrían sus declaraciones animar a varios dictadores de todo el mundo a perseguir sus propios sueños de conquista territorial? ¿Podrían sus comentarios justificar una invasión de la República Popular China a Taiwán? (Deccan Herald, 2025). Es que la apuesta de Trump por Groenlandia está suscitando un debate en China sobre la estrategia a seguir con Taiwán. Durante años, el gobierno de Estados Unidos ha instado a China a mostrar «moderación» en su reivindicación de Taiwán y a abandonar las amenazas militares para poner la isla bajo su control. Ahora, según algunos comentaristas chinos, el impacto de ese mensaje estadounidense de larga data se ha visto socavado por las amenazas de Trump de tomar el control de Groenlandia, por la fuerza si es necesario (Reuters, 2025).

Conclusiones

En la actualidad, guste o no, las cosas suceden más allá de lo que dicta el derecho internacional, es la «realpolitik», el realismo más grande que se pueda imaginar. El mundo actual ya es multipolar, con grandes zonas de influencia de las grandes potencias, y da la impresión de que ellas ya no quieren someterse a las normas jurídicas internacionales, donde los países pequeños podían contrapesar a los grandes.

En un mundo en el que las fronteras geopolíticas son cada vez más fluidas, las recientes afirmaciones del Presidente Trump sobre «apoderarse» de Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá han despertado alarma. Aunque aparentemente audaces, estas afirmaciones reflejan una visión estratégica más amplia que combina el nacionalismo económico con una reafirmación de la influencia global de Estados Unidos. Las ambiciones territoriales de Trump se basan en una compleja interacción de factores geoestratégicos, geoeconómicos y geopolíticos, que son parte integral de su marco de política exterior más amplio y tienen implicaciones significativas para las relaciones internacionales (Eurasia Review, 2025).  Si ha llegado una nueva era de cambios territoriales, Trump parece dispuesto a normalizarla y situar a Estados Unidos como el principal beneficiario. Si Washington establece un nuevo estándar, incitará a otras naciones a perseguir cambios territoriales de forma más abierta, lo que podría dar paso al empleo de la fuerza para lograr los intereses nacionales particulares. (Eurasia Review, 2025).

Con relación a Groenlandia, se puede apreciar que no se trataría tanto de adquirir territorios como de garantizar la seguridad de Estados Unidos. La solución no es necesariamente una «compra» directa, sino una forma de acuerdo de protectorado que garantizaría la seguridad de la región, especialmente para Estados Unidos y el Reino Unido, y que permitiría a Groenlandia mantener su libertad y soberanía para gestionar sus propios asuntos internos.

La apuesta de Trump por Groenlandia señala el surgimiento de un «nuevo gran juego», en el que el control de este gigante del Ártico se ha convertido en el premio estratégico definitivo. Al igual que la contienda del siglo XIX por Asia Central, esta lucha de poder va más allá de la tierra y el hielo: quien controle Groenlandia obtendrá el control de las rutas marítimas del Ártico, materias primas fundamentales y supremacía militar en una región polar cada vez más accesible. Groenlandia ha pasado de ser un puesto remoto a convertirse en el eje del poder geopolítico del siglo XXI.

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