La caída del régimen de Bashar al-Assad el 8 diciembre de 2024 marca el fin de la controversial dinastía gobernante que dominó Siria por más de cinco décadas. Desde el inicio de la guerra civil, en 2011, el régimen de al-Assad ha atravesado por numerosas crisis, sin embargo, logró mantenerse en el poder con el apoyo de sus aliados internacionales, principalmente de Irán y Rusia, hasta hace un par de semanas. Sin embargo, entre el 29 de noviembre y el 8 de diciembre recién pasados, una serie de factores internos y externos culminaron en el colapso del régimen, desestabilizando aún más la región y teniendo incluso repercusiones globales.
El presente análisis examina distintos elementos relacionados con la caída de Bashar al-Assad y sus consecuencias, explorando los contextos militares, económicos y geopolíticos que jugaron un papel crucial en este evento histórico.
Antecedentes
Aunque el conflicrto y situaciones de Siria tienen larga data, el conflicto actual se inicia junto con el conflicto sirio inicia junto con la Primavera Árabe, cuando la población de dicho país se manifestaba por demandas de reformas democráticas y por poner fin al régimen de Bashar al-Assad (Lesch, 2012). La violenta respuesta a estas protestas llevó a una escalada del conflicto, generando la separación de parte de la fuerza militar nacional que conforma una fuerza rebelde opositora del gobierno instalado, lo que derivó en una guerra civil que involucró a diversos actores internos y externos (Philips, 2016).
La ciudad de Aleppo, una de las más antiguas y pobladas de Siria, adquirió una importancia estratégica y simbólica en el conflicto. En 2012, los rebeldes[1] tomaron el control de gran parte del este de la ciudad, estableciendo una línea de frente que dividió a dicho centro urbano en zonas controladas por el gobierno y otras bajo dominio rebelde (Lister, 2015).
Erosión interna del régimen de al-Assad
El régimen de al-Assad comenzó a mostrar signos de debilidad a lo largo de los años en los que transcurrió la guerra civil. A medida que el conflicto se prolongó, las fuerzas militares sirias se vieron mermadas por las altas tasas de bajas, las deserciones y la falta de recursos (El País, 2024). En sus primeros años, las fuerzas armadas sirias estaban compuestas por más de 300.000 soldados, pero el desgaste físico y moral redujo significativamente su capacidad operativa (Echeverría, 2011). Hacia fines de noviembre e inicios de diciembre de 2024, las fuerzas del régimen ya no podían sostener una lucha eficaz frente a los rebeldes, quienes aprovecharon la debilidad militar para lanzar una ofensiva relámpago que desestabilizó rápidamente el territorio bajo control del gobierno y terminó con la caída de Bashar al-Assad (Argüelles, 2024; France 24, 2024).
Figura N°1
Mapa del equilibrio de fuerzas actual en Siria
Nota: Sputnik, (2024).
La incapacidad del gobierno para controlar su territorio y la falta de una transición ordenada tras la caída de al-Assad crearon un entorno propicio para el resurgimiento de grupos terroristas, lo que consagró a Siria como un “Estado Fallido”. En este contexto, HTS se posicionó como la principal fuerza en el noroeste, mientras que ISIS continuó operando en las zonas desérticas del este (El País, 2024; Pita, 2024).
Por otro lado está la crisis humanitaria, la que también se agravó durante la permanencia de Al-Assad como mandatario, con miles de civiles desplazándose hacia las fronteras de Turquía y Jordania. Las condiciones precarias y la falta de asistencia internacional adecuada incrementaron la vulnerabilidad de estas poblaciones a la radicalización, proporcionando un terreno fértil para el reclutamiento por parte de grupos extremistas.
El ascenso de los rebeldes y la centralización bajo nuevos líderes
El colapso del régimen de Bashar al-Assad creó un vacío de poder que grupos como Al-Qaeda y el Estado Islámico (ISIS) aprovecharon para intensificar sus actividades en Siria. Durante este periodo, Hayat Tahrir al-Sham (HTS), la principal facción vinculada a Al-Qaeda, consolidó su control en Idlib y expandió su influencia hacia otras regiones al norte de Siria (ISW, 2024), demostrando una supuesta postura “moderada” para aglutinar a otros grupos islamistas. Simultáneamente, ISIS incrementó sus operaciones en el desierto oriental, lanzando ataques coordinados contra posiciones kurdas y fuerzas gubernamentales debilitadas (Knipp, 2024).
Estas organizaciones explotaron la fragmentación territorial y la falta de una autoridad central funcional, exacerbando la violencia e impidiendo los esfuerzos internacionales por estabilizar la región. Además, utilizaron estrategias de propaganda para reclutar combatientes, especialmente entre las comunidades desplazadas y afectadas por la guerra.
Ante este escenario, el impacto de la ofensiva rebelde fue decisivo. Bajo el paraguas de la coalición denominada “Mando de Operaciones Militares” se organizaron distintas facciones islamistas, siendo la principal de ellas el grupo suní Hayat Tahrir al-Sham (en sus siglas HTS) u Organización para la Liberación del Levante. Estos grupos aprovecharon la fragmentación del campo de batalla y la debilidad militar del régimen de al-Assad, consolidando sus fuerzas bajo el liderazgo centralizado de Abu Mohamed al Julani. La capacidad de los rebeldes para organizarse y coordinar ataques masivos resultó en la caída de ciudades clave, que incluyeron Aleppo y Damasco, dentro de los poblados conquistados más relevantes. La habilidad de estos grupos para tomar el control de vastos territorios fue facilitada por la falta de apoyo militar sustancial para al-Assad en los últimos años (DW, 2024; ISW, 2024; Knipp, 2024; Pita, 2024). Consecuentemente, los grupos rebeldes pudieron lograr avances significativos en 3 frentes: la unificación bajo un liderazgo centralizado, como fuese mencionado; la recuperación de territorios estratégicos; y la legitimidad entregada por varios actores del concierto internacional.
Figura N°2
Milicias que enfrentaron a Bashar al-Assad, Rusia e Irán en Siria
Nota:Infobae, (2024)
Desde el 27 de noviembre, las fuerzas rebeldes capturaron al menos 19 aldeas y sitios militares en el oeste de Aleppo que estaban bajo el control del régimen sirio, sin tener ningún tipo de oposición por parte de su ejército. Miles de combatientes de la oposición y fuerzas blindadas avanzaron hasta cinco kilómetros de la ciudad de Aleppo y arrebataron territorio al régimen de Bashar al-Assad. Los rebeldes atacaron el aeropuerto de Al-Nairab situado al este de Aleppo, donde están estacionados milicianos proiraníes (ISW, 2024). A partir de ese día, HTS desde su bastión en Idlib y el Ejército Nacional Sirio desde el noroeste, arrebataron el mando del país a la cúpula de poder alauí, en todas las localidades ubicadas a lo largo de la ruta M5, la cual es la columna vertebral del oeste sirio. Con la caída de Aleppo, las fuerzas rebeldes se agrupan en Hama, la cuarta ciudad más poblada de Siria y el 05 de diciembre, toma el control de esta, incluido el aeropuerto militar de Hama, el que fue utilizado por el régimen de Bashar al-Assad para bombardear Idlib, el cuartel general de HST (ISW, 2024).
A medida que avanzan las milicias rebeldes, los kurdos ganan los territorios del este y el Estado Islámico (ISIS) cobra fuerza por el desierto, el 07 de diciembre ocurre la caída de la ciudad de Homs. Simultáneamente, se reactivan las zonas de resistencia rebelde en el sur, cercando a Damasco por varios frentes y que termina por caer el día 08 de diciembre. La caída de Damasco ocurre en menos de 24 horas, la ofensiva por el sur llega antes a la capital que la avanzada por el frente norte, por lo que Bashar al-Assad y su familia abandonan el país. Además, del fin de la operación Disuasión de la Agresión (ISW, 2024; Silva, 2024).
Figura N°3
Mapa del progresión de los rebeldes por 2 ejes, a través de la ruta M5 hasta Damasco.
Nota: El País, (2024).
Si bien, dentro de la avanzada que estaban realizando los grupos rebeldes fue un aspecto destacable, de manera simultánea, surgieron denuncias preocupantes como el uso de armas químicas en enfrentamientos cercanos a Homs, reportados el 7 de diciembre de 2024. Aunque no se ha confirmado la autoría, se presume que fueron efectuados por grupos pro-régimen que tenían como objetivo retrasar el avance rebelde en la región (France 24, 2024). Estas acciones subrayan la persistencia del uso de estas armas como una herramienta de terror en el conflicto, como lo fuese durante los ataques con gas sarín en Ghouta (agosto de 2013) y Khan Shaykhun (abril de 2017), y el ataque con armas químicas en Duma (abril de 2018).
Por otro lado, ISIS también manifestó su intención de desarrollar capacidades químicas, aunque sin éxitos comprobados desde fines de noviembre a la fecha. La posibilidad de que células terroristas accedan a estas armas sigue siendo una preocupación clave para la comunidad internacional.
Factores económicos y sociales
El impacto de esta guerra – que se arrastra de 2011 – en la economía siria ha sido devastador. Más de la mitad de la población siria fue desplazada internamente o huyó al exterior, y la infraestructura del país quedó gravemente dañada. El colapso económico, sumado a una creciente desafección popular con un régimen que no lograba ofrecer estabilidad ni prosperidad, contribuyó a la pérdida de apoyo tanto dentro del país como entre sus aliados tradicionales (Coughlin, 2024)
Los efectos de las sanciones internacionales, combinados con una gestión económica deficiente, profundizaron la crisis social y económica, lo que alimentó la deserción de oficiales y soldados del ejército y redujo la capacidad del régimen para resistir la ofensiva rebelde (DW, 2024; El País, 2024; Pita, 2024). Con la actual llegada de las milicias rebeldes al poder, esta crisis humanitaria ya existente se podría acrecentar aún más, de la mano de la intensificación del conflicto.
El papel de Rusia e Irán
Rusia e Irán fueron los principales aliados del régimen durante los últimos años del conflicto. Moscú proporcionó apoyo aéreo y recursos militares, mientras que Teherán brindó asistencia financiera y de asesoría. Sin embargo, en 2024, la situación geopolítica cambió. La creciente presión internacional sobre Rusia, especialmente debido a la guerra en Ucrania, y la necesidad de Irán de concentrarse en otros frentes (principalmente en contra de su histórico enemigo Israel) redujeron su capacidad para sostener completamente al régimen de al-Assad. En este contexto, el respaldo ruso e iraní ya no fue suficiente para evitar la caída del régimen (Rizzi, 2024; CIDOB, 2023).
La internacionalización del conflicto
En el último periodo, el conflicto sirio pasó de ser una lucha interna para convertirse en un escenario de competencia entre potencias internacionales, como Estados Unidos, Turquía, Irán y Rusia. La intervención directa o indirecta de estas potencias aumentó la complejidad del conflicto, pero también contribuyó a la fatiga de los actores involucrados. Los bombardeos israelíes a instalaciones en Siria y los enfrentamientos con fuerzas respaldadas por Irán también jugaron un papel en la debilidad progresiva del régimen (Coughlin, 2024; Rizzi, 2024).
Dentro de la perspectiva internacional, se suma la presión de organismos internacionales como la Naciones Unidas y de otros actores estatales, quienes podrían gestionar sus propias posturas en el contexto de posibles negociaciones de paz, toda vez que los líderes rebeldes han logrado influir decisivamente en una guerra civil de 13 años de duración en tan solo 11 días.
Conclusión
La caída de Bashar al-Assad fue el resultado de una combinación de factores militares, económicos, sociales y geopolíticos de gravitación. La debilitación interna del régimen, junto con el creciente control de los rebeldes y la escasa capacidad de respuesta de los aliados de al-Assad, permitió que los opositores tomaran el poder en varias áreas claves, que finalizan su empresa en Damasco. La caída de al-Assad no solo marca un cambio de régimen en Siria, sino también un punto de inflexión en la dinámica de las relaciones de poder en Oriente Próximo. La influencia de Rusia e Irán, que otrora había sido garante del régimen, también se redujo significativamente, dejando un vacío de poder que tendrá consecuencias imprevisibles.
En el corto plazo, el vacío de poder en Siria podría desencadenar una mayor inestabilidad, dada la preexistencia de diversas facciones que luchan por el control del país, aunque se haya designado hasta marzo del próximo año a Mohamed al-Bashir como líder de la transición, quien anteriormente se desempeñó como jefe del “Gobierno de Salvación”, correspondiente a la rama política del HTS en la localidad de Idlib (DW, Rebeldes sirios nombran jefe de gobierno a Mohamad al Bashir , 2024). No se debe dejar de lado, el hecho de que al-Bashir militó en Al-Qaeda en Irak e ISIS, por lo tanto, podría ser que la supuesta postura “moderada” declarada anteriormente, mute rápidamente y con objetivos distintos a los relacionados con los intereses sirios. Es probable que actores regionales como Turquía, Israel y los Estados del Golfo jueguen un papel crucial en la configuración del futuro político de Siria.
En el mediano plazo, se estima que la dirección política de Siria habría de ajustarse. Para ello, median múltiples esfuerzos de actores estatales, organizaciones internacionales y actores no estatales que buscarán una solución, en muchas ocasiones, que próxima a sus propios intereses. En dicho contexto, se debe tener a la vista al grupo HTS, quienes posiblemente podrían conformar un gobierno en Siria, dada la legitimidad alcanzada en su población producto de la caída de al-Assad y la liberación de presos de la cárcel de Saydnaya (considerada por algunos como el “matadero humano” de su régimen), entre otros factores.
Finalmente, uno de los factores gravitantes en la región será la continuidad del acuerdo de 1974, signado entre Siria e Israel. Esta situación, ha dejado entrever la voluntad israelí de controlar la zona de relevancia geoestratégica de los Altos del Golán, sumándose el cuestionamiento por la continuidad de la misión de Naciones Unidas, denominada FNUOS o UNDOF, situación que incluso afectará el rol del contingente chileno destacado en dicha labor.
Referencias
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Argüelles, Á. d. (08 de diciembre de 2024). Por qué el régimen de Asad en Siria ha caído tan rápido . Obtenido de El Orden Mundial: https://elordenmundial.com/regimen-asad-siria-ha-caido-tan-rapido/
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Pita, A. (08 de diciembre de 2024). Los rebeldes de Siria derrocan al régimen de El Asad tras 13 años de guerra y el dirigente se refugia en Moscú. Obtenido de El País: https://elpais.com/internacional/2024-12-08/los-rebeldes-derriban-el-regimen-de-el-asad-tras-13-anos-de-guerra-y-el-dirigente-huye-de-damasco-en-avion.html
Rizzi, A. (08 de diciembre de 2024). Cómo la interconexión de crisis geopolíticas acabó con El Asad en Siria. Obtenido de El País: https://elpais.com/internacional/2024-12-08/como-la-interconexion-de-crisis-geopoliticas-acabo-con-el-asad-en-siria.html
Silva, R. (09 de diciembre de 2024). La victoria de los rebeldes de Siria, en mapas. Obtenido de El País: https://elpais.com/internacional/2024-12-09/la-victoria-de-los-rebeldes-de-siria-en-mapas.html
[1] Los grupos rebeldes están integrados por una alianza general de milicias turcas como el Ejército Nacional Sirio, quienes dominaban una parte del noroeste de Siria. En el noreste, las Fuerzas de Defensa Sirias (FDS), principalmente de kurdos (El País, 2024).